Preparando el éxodo otoñal.

21.09. viernes.

Después del trabajo, y de comer, salimos rumbo a Zamora. Al pasar por Carrizo de la Ribera nos pasa por encima una cigüeña negra. 
Una vez llegamos a sierra de la Culebra, como es temprano decidimos seguir hasta el pueblo trasmontano portugués de Mogadouro, pues dista menos de 100 kms, y nos entra gana de cenar en A Lareira. Llegamos con tiempo de sobra para dar un paseo. Después de la cena vamos a dormir al tranquilo aparcamiento de la entrada E del pueblo. Durmiendo allí otras veces se nos posaba un autillo muy cerca mientras lanzaba su inconfundible reclamo al viento, pero está vez no le escuchamos, quizás ya se fueron de la zona a sus áreas de invernada. 

22.09. sábado.
Nos levantamos temprano. Aún no salió el sol por el horizonte. Salimos por la 217,  y paramos poco después en una explanada a desayunar, aprovechando que los primeros rayos del sol ahora son muy agradables. Bajamos hasta el río Sabor, y quedamos asombrados de la cantidad de hirundínidos que están concentrados en el puente de Remondes. Calculamos entre cuatro y cinco mil ejemplares. Sobre todo son aviones comunes, pero vemos entre ellos alguna golondrina daúrica. Es un espectáculo verlos, además son muy confiados y asomándonos al puente se quedan en los cables y en las paredes del puente sin asustarse. También están en un edificio abandonado y en un gran eucalipto. Sólo los que hay en los dos cables que están colgando entre el puente y la casa son unos dos mil, pues los cables tienen unos cien metros, y están posados en la totalidad del cable, si cada uno sólo ocupa diez centímetros del cable, es fácil calcular que hay unos dos mil sólo en los cables. Y entre las paredes y barandillas del puente, la casa y el eucalipto hay otros tantos. Cada poco sin previo aviso salen casi todos como un enjambre a revolotear para de nuevo volver a posarse. Estamos más de una hora ensimismados y haciendo fotos y video. 

Avión común.

Aviones comunes. Puente de Remondes, 1796. 

Avión común.

Avión común.

Avión común.

Avión común.

Avión común.

Avión común.

Avión común.

Avión común.

Avión común.

Avión común.

No paraban de surcar el cielo.

El movimiento del cable es de las continuas idas y venidas, lo que provocaban el balanceo.

Después del éxtasis de los aviones seguimos por Lagoa, y en el siguiente pueblo Morais , paramos a comprar pan como otras veces, es sencillamente una artesanía de pan a un precio increíble. Seguimos a Izeda, y pasado éste bajamos al puente romano a hacer unas fotos. Al bajar vemos unos mosquiteros musicales, y en la orilla del río un andarríos grande. 

Puente romano sobre el río Sabor. Entre Izeda y Santulhão. En 1860 fue parcialmente destruido por una riada. Se restauró en 1938.

Puente romano. Entre Izeda y Santulhão.

Puente romano. Entre Izeda y Santulhão.

Mosquitero musical. Lástima llevar sólo el 18-200, estaba muy cerca, pero con esa óptica...

Mosquitero musical.

Mosquitero musical.

Hacemos otras paradas por el río Sabor, y en una zona vemos unas piedras que están plagadas de cagadas de nutria, está claro que habrá que tenerlo en cuenta para ir a hacer alguna espera.

Excrementos de nutria. En una zona del río Sabor.

Excrementos de nutria. En una zona del río Sabor.

Continuamos por Santulhão, Carção y Vimioso, para seguir a Alcañices de nuevo en Zamora. Paramos en el robledal cercano a comer, sólo vemos algunos papamoscas cerrojillos, y alguna curruca carrasqueña. 
Continuamos después hasta la zona del río Cebal que está prácticamente seco, lo que no es nada extraño con la sequía que viene aconteciendo todo el verano.

Menuda sequía. Cerca de Fradellos, Zamora.

Lo que queda del río Cebal. Cerca de Fradellos, Zamora.

Cerca de Fradellos, Zamora.

Continuamos por la Sierre da la Culebra hasta Ferreras de Arriba donde pensamos dormir. Vamos el resto de la tarde a pistear por algunas de las innumerables pistas que existen por la zona, con la intención de ver algún ciervo, o tal vez algún lobo. Lo único que vemos es un comedero de azor, con un buen montón de restos sobre todo de paloma torcaz. Ya al oscurecer como no vemos nada vamos al pueblo, y vemos que están en fiestas, por lo que como lo que siempre buscamos es tranquilidad nos vamos hasta Pumarejo de Tera donde llegamos ya al atardecer. Aquí como siempre se respira tranquilidad, y no nos abandona en toda la noche.

23.09. domingo.
Al despertarnos con la  primeras luces sentimos caer gotas de lluvia en la claraboya, entre incrédulos y extrañados nos levantamos. Lleva todo el verano sin llover, y aunque nos suponga volver para casa antes de lo esperado nos alegramos mucho que sea por la tan ansiada lluvia. En efecto, al estar lloviendo, decidimos volver para casa, despacito, sin prisa, pero sin pausa volvemos para casa.
Pero por desgracia, la lluvia duró poco y al día siguiente ya volvió a mejorar el tiempo.